Envejecer bien en los barrios populares: ¿qué retos y qué respuestas?
Emilie Moncaut, julio 2025
En junio de 2025, Pays et Quartiers de Nouvelle-Aquitaine (PQN-A) organizó un seminario web sobre el envejecimiento en los barrios populares de las ciudades de Aquitania. De él se desprendió una realidad aún poco visible: los barrios prioritarios de la política de la ciudad (QPV) están envejeciendo y la situación de sus habitantes está cambiando, lo que crea un nuevo contexto y nuevas necesidades. Para hacer frente a los nuevos retos, ¿de qué herramientas se dispone?
Para descargar: bien_vieillir_en_qpv.pdf.pdf (2,3 MiB)

I. El envejecimiento en los QPV: ¿cuáles son las realidades?
En los QPV, cuatro de cada diez habitantes tienen menos de 25 años, frente a tres de cada diez a nivel nacional. Esta sobrerrepresentación de la juventud ha ocultado durante mucho tiempo otra dinámica: entre 1990 y 2010, el número de personas mayores de 60 años aumentó un 25 %, y el de personas mayores de 75 años, un 50 % (Observatorio Nacional de Política Urbana, 2017). En Nueva Aquitania, más del 20 % de los habitantes de los QPV tienen más de 60 años, de los cuales el 8 % tiene más de 75 años, con picos en algunos departamentos como Dordoña (24), Charente Marítimo (17) o Pirineos Atlánticos (64). ¿Cuál es el perfil típico de las personas mayores en los QPV? Una mujer sola, de alrededor de 75 años, con pocos recursos, a veces aislada del mundo digital y del exterior.
Estas cifras ocultan realidades a menudo difíciles: precariedad socioeconómica de los hogares, aislamiento social y condiciones de vivienda degradadas que afectan a la salud de sus ocupantes. El aislamiento de algunos barrios puede obstaculizar el acceso a la atención sanitaria y limitar el acceso a los servicios locales. Envejecer en un barrio prioritario no solo significa ser más vulnerable, sino también enfrentarse a un doble estigma: el de envejecer en un barrio donde predomina la juventud y el de pertenecer a una categoría social modesta, objetivada por su lugar de residencia (Consejo Nacional de Ciudades, 2021).
A pesar de estas constataciones, el envejecimiento sigue siendo un tema ignorado por las políticas públicas que actúan en la política de la ciudad, y los actores que acompañan el envejecimiento saludable no tienen un enfoque particular aplicado a los barrios prioritarios, a pesar de las dificultades socioeconómicas y espaciales que hemos mencionado anteriormente. Sin embargo, como ha recordado François Apouey (referente de la política de personas mayores y accesibilidad en Domofrance), muchas de estas personas mayores aún no necesitan grandes adaptaciones en sus viviendas: una señal clara para actuar de forma preventiva, desde ahora mismo.
Como ha destacado Raphaël Rogay (responsable del polo de acción pública y territorial en el Gérontopôle Nouvelle-Aquitaine), la política de la ciudad se ha centrado históricamente en los jóvenes. Las personas mayores de hoy son los jóvenes de ayer: han envejecido en viviendas construidas en los años 60 y 70, donde a menudo siguen residiendo hoy en día y por las que sienten un fuerte apego.
En cuanto a la política urbana, se inscribe en el movimiento iniciado por la ley de 28 de diciembre de 2015 relativa a la adaptación de la sociedad al envejecimiento. Esta ley tiene por objeto anticipar las consecuencias de este proceso respondiendo en la medida de lo posible a las necesidades de las personas en materia de vivienda, transporte, vida social y ciudadana. En la mayoría de los casos, los contratos urbanos tienen en cuenta el envejecimiento de los habitantes en su diagnóstico y en sus orientaciones, con prioridades a favor de la prevención del aislamiento, la adaptación de las viviendas y el entorno de vida, y la construcción de viviendas específicas. Sin embargo, en términos de programación, pocas acciones se refieren a las personas mayores: solo el 2 % de las acciones de los contratos urbanos financiados en 2016 se referían exclusivamente a las personas mayores, a pesar de su creciente peso demográfico.
II. Adaptar la vivienda y el entorno de vida: un reto concreto
Ante el envejecimiento de la población, la adaptación de la vivienda se convierte en una palanca esencial. Domofrance, actor importante en el ámbito de la vivienda social con 40 000 viviendas, ya ha constatado que un tercio de sus inquilinos de edad avanzada han sufrido caídas, a menudo sin la ayuda de cuidadores. Esto pone de manifiesto la urgencia de adaptar no solo las viviendas, sino también el entorno de vida de estas personas.
Como ha recordado Raphaël Rogay, la accesibilidad y la adaptación son dos conceptos complementarios. La primera, de naturaleza jurídica, tiene por objeto garantizar una circulación fluida y segura en el edificio: acceso a la entrada, zonas comunes, ascensor. Si bien las normas de accesibilidad se han flexibilizado recientemente, siguen siendo indispensables. La adaptación, por su parte, se centra más en la respuesta a las capacidades específicas de los habitantes: cuarto de baño rediseñado, mobiliario ergonómico, domótica. A menudo implica conocimientos médicos y sociales, en particular los de terapeutas ocupacionales.
Manon Ribaut (responsable de renovación urbana en la Comunidad Urbana de Pau Béarn Pyrénées) presentó el barrio político de la ciudad de Zaragoza, cuyo proyecto ilustra un enfoque integrado de estos retos (véase el documento adjunto más abajo). De las 1400 viviendas rehabilitadas, el arrendador Pau Béarn Habitat ha pensado a escala del recorrido residencial, mejorando toda la cadena de desplazamientos: desde el apartamento hasta el comercio o servicio de proximidad. Escaleras rediseñadas con barras de apoyo, vestíbulos de edificios mejor iluminados, mobiliario variado, fuentes accesibles, señalización clara: todo ha sido pensado para eliminar los obstáculos a la movilidad. Algunas viviendas incluso se han adaptado para poder acoger a cuidadores. Estas buenas prácticas se han recopilado en la guía de Us’âges, disponible en línea.
Estas buenas prácticas inspiran hoy un nuevo proyecto impulsado por Domofrance en el barrio prioritario de Gershwin, en Pau (64). La idea: ir más allá de la rehabilitación térmica clásica integrando elementos específicos para el envejecimiento. Se prevén tres niveles de intervención:
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Una base preventiva para las personas que aún son autónomas.
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Una base evolutiva para anticipar la pérdida de autonomía (puertas más anchas, persianas motorizadas).
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Una base inclusiva que integra domótica y equipamientos específicos.
Pero adaptar la vivienda no es suficiente. El papel de los arrendadores va mucho más allá de la respuesta técnica. Pueden actuar en tres niveles:
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La vivienda individual.
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La residencia.
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El territorio.
Es en esta última escala donde la cooperación con las colectividades y los actores locales cobra todo su sentido, en particular para desarrollar una oferta de servicios y mantener los vínculos sociales. Esto es lo que Domofrance desea desarrollar a largo plazo, apoyándose en la dinámica impulsada por la aglomeración de Pau.
El reto es aún mayor si se tiene en cuenta que la falta de adaptación tiene un importante coste social: cada año se producen más de 10 000 muertes y 100 000 hospitalizaciones relacionadas con caídas. Existen ayudas (como la reducción del impuesto sobre bienes inmuebles (TFPB) o los convenios con las cajas de pensiones), pero siguen siendo insuficientes para generalizar las intervenciones.
Por último, la temporalidad es crucial. Intervenir demasiado tarde suele suponer una ruptura en el curso de la vida. Por el contrario, anticiparse supone superar el estigma de la edad y pensar en viviendas flexibles, evolutivas y abiertas a su barrio.
Más allá de la construcción, sigue existiendo un reto importante: el de los vínculos sociales y el acceso a los servicios. Porque, más allá de las paredes, son los vínculos, las redes y la presencia humana los que permiten a las personas mayores seguir viviendo con dignidad. En los barrios desfavorecidos, donde los obstáculos son múltiples (movilidad, acceso a la atención sanitaria, aislamiento lingüístico o digital, etc.), ¿qué soluciones se pueden aplicar para recrear los vínculos? ¿Qué papel deben desempeñar los propietarios, las colectividades y los profesionales del envejecimiento saludable?
III. Las personas mayores y los vínculos sociales: palancas que hay que aprovechar
Raphaël Rogay recordó la importancia de distinguir entre soledad y aislamiento: la primera, subjetiva, se refiere a la calidad percibida de las relaciones, mientras que la segunda es más cuantitativa, relacionada con el número de vínculos que se mantienen. El aislamiento social, por su parte, combina estas dos dimensiones, lo que se traduce en una situación de sufrimiento y vulnerabilidad. Según la Fundación de Francia, el aislamiento social afecta a todas las generaciones, pero concierne a unos dos millones de personas mayores de 60 años. En los barrios prioritarios, esta «pobreza relacional» se suma a menudo a otras formas de precariedad. Puede tener graves consecuencias para la salud, ya que puede aumentar el riesgo de obesidad, depresión e incluso trastornos cognitivos en las personas afectadas. La falta de relaciones se traduce en un aumento del 30 % del riesgo de muerte prematura. A nivel colectivo, también es fuente de costes adicionales, hospitalizaciones y absentismo laboral. En este contexto se puso en marcha la iniciativa Monalisa (Movilización nacional contra el aislamiento de las personas mayores), que se está aplicando a escala nacional en el marco de la ley sobre la adaptación de la sociedad al envejecimiento.
1. La experiencia del barrio de Thouars en Talence
Desde 2022, Domofrance está llevando a cabo, en colaboración con varios socios, un proyecto para luchar contra el aislamiento de las personas mayores en el barrio de Thouars, en Talence. De las 860 viviendas que hay en el barrio, más de 150 están ocupadas por personas mayores de 65 años, la mitad de las cuales viven solas, a menudo en total aislamiento. El proyecto se basa en los recursos locales (comercios, servicios) y en la cooperación de diferentes actores: jóvenes en servicio cívico a través de la asociación Faits de cœur, estudiantes de secundaria con el apoyo de CarréVie y la asociación Bonjour les Hirondelles para crear una radio web. Gracias a la financiación de Action Logement y de la Caisse de Garantie du Logement Locatif Social (CGLLS), se ha renovado un local con la ayuda de los Compagnons Bâtisseurs, que se ha convertido en un lugar de encuentro y de actividades. Se ha constituido un equipo ciudadano de diez personas mayores, acompañado por el CCAS y Monalisa, que desempeña un papel activo en la vida del barrio. Contribuirá, en particular, al proyecto de remodelación previsto a partir de 2026, que afectará a 850 viviendas, demoliciones y una transformación de los espacios públicos.
2. En Pau: un ecosistema movilizado en torno al vínculo social
En Pau, en el barrio de Zaragoza, una densa red de asociaciones desempeña un papel clave entre la población de edad avanzada. Se llevan a cabo varias acciones para fomentar los encuentros: acondicionamiento de espacios acogedores, actividades en el marco de la renovación urbana, citas periódicas en torno a juegos de mesa o la presencia de «gestores de barrio» que actúan de enlace entre los habitantes y las asociaciones. La ciudad también se dotó en 2018 de un «plan contra la soledad», impulsado por el alcalde, con el fin de animar a los habitantes de Pau a reunirse y recrear vínculos de proximidad, en particular a través de momentos de intercambio y compromiso ciudadano.
3. El concepto de «ir hacia» para luchar contra el aislamiento social
Raphaël Rogay también insistió en la importancia del enfoque de «ir hacia», especialmente en los barrios políticos de la ciudad, a menudo aislados y donde la precariedad es más acusada. Presentó varios ejemplos de soluciones móviles, como el «Ella car», el autobús de ergoterapia puesto en marcha por Gironde Habitat, que ofrece asesoramiento para la adaptación de la vivienda (ayuda técnica, domótica), al tiempo que garantiza la sensibilización a través de la mediación cultural. Estos enfoques itinerantes permiten tender puentes con los habitantes, al tiempo que se cuenta con el apoyo de los actores locales para evitar una lógica descendente y favorecer la apropiación de las herramientas y los dispositivos.
IV. El envejecimiento en los barrios prioritarios: una cuestión de salud pública
Cécile Tagliana, directora general adjunta de la ARS, recordó que el envejecimiento en los barrios prioritarios es una cuestión de salud pública. Las experiencias y la trayectoria vital de estas personas reflejan una mayor precariedad social. Destacó que el 80 % de los determinantes de la salud son ajenos al sistema sanitario: se trata del conjunto de factores que influyen en nuestro estado de salud diario, como la vivienda, la alimentación, las relaciones sociales, la educación o las condiciones de trabajo. El entorno de los QPV, a menudo menos favorable que en otros barrios, tiene por tanto un impacto directo en la salud. El aislamiento y la falta de interacciones sociales también afectan al envejecimiento saludable.
¿Qué medidas se pueden tomar?
1. Mejorar el acceso a la atención sanitaria
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Integrar en mayor medida a la población envejecida de los QPV en los Contratos Locales de Salud (CLS) mediante acciones específicas.
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Generalizar la implantación de centros de salud en todos los QPV, inspirándose en iniciativas innovadoras como el Centro Participativo de Salud de Poitiers.
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Reforzar la mediación en materia de salud, en particular para las personas alófonas.
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Los QPV han sido identificados como zonas prioritarias para la ayuda a la instalación de médicos, con el fin de reducir las desigualdades de acceso.
2. Reforzar la prevención
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La lucha contra las desigualdades sociales y territoriales en materia de salud debe dar una prioridad clara a los QPV.
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Programas como ICOPE, cuyo objetivo es identificar a las personas mayores frágiles, o las campañas de vacunación contra la gripe, son herramientas concretas que deben desplegarse de forma prioritaria en estos barrios.
3. Movilizar el sector médico-social
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Aunque el sector médico-social no es la única respuesta, ofrece una gama de soluciones complementarias, incluso en los QPV.
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La vivienda inclusiva, impulsada por los arrendadores sociales, constituye una alternativa interesante a las residencias para personas mayores dependientes (EHPAD).
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La convocatoria de manifestaciones de interés «Envejecimiento en QPV», apoyada en particular por la Caja Nacional de Solidaridad para la Autonomía (CNSA), ya ha dado lugar a iniciativas, como la de La Rochelle (17).
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El desarrollo de los servicios a domicilio es esencial para que las personas mayores puedan permanecer en sus hogares, incluso en barrios con pocos recursos.
4. Fomentar una gobernanza territorial integrada
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Los CIAS y los CCAS desempeñan un papel fundamental como puntos de referencia de proximidad para las personas mayores y los colectivos en dificultad.
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Es necesario desarrollar soluciones de proximidad, arraigadas en los territorios, ya se trate de QPV o de zonas rurales, garantizando al mismo tiempo la coordinación entre los actores, independientemente de los puntos de entrada en el recorrido (atención sanitaria, social, cuidadores, etc.).
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El Servicio Departamental para la Autonomía (SPDA) puede ser una herramienta clave para organizar recorridos coherentes y adaptados.