Manifiesto por una frugalidad feliz y creativa

en la arquitectura y planificación de territorios urbanos y rurales

Philippe Madec, enero 2018

FRUGALITÉ HEUREUSE et CREATIVE (FH&C)

El movimiento de frugalidad feliz y creativa se basa tanto en la reducción de lo material (suelo, energía, materias primas) como en el desarrollo de relaciones humanas benévolas en torno a un proyecto común. El objetivo es una arquitectura más respetuosa con los recursos naturales, que transforme lo existente antes de construir nuevo, que valore los materiales renovables y el saber hacer local, que favorezca las soluciones técnicas robustas y proponga un equilibrio entre tradición y modernidad. En enero de 2018, el ingeniero Alain Bornarel, la arquitecta-investigadora Dominique Gauzin-Müller y el arquitecto y urbanista Philippe Madec propusieron el manifiesto e invitaron a firmarlo.

Se acaba el tiempo

La alarma suena por todas partes. Los informes del IPCC confirman la responsabilidad humana en el calentamiento global. Más de 15.000 científicos afirman que « pronto será demasiado tarde para desviarnos de nuestro rumbo condenado, y el tiempo se acaba ». La ONU lamenta que las emisiones de gases de efecto invernadero estén estancadas en 52 Gt anuales, cuando deberían limitarse a 36, o incluso 24, para mantenerse por debajo del límite de 2°C que permitiría un futuro pacífico. La COP 23 muestra su impotencia: los compromisos asumidos en la COP 21 de 2016 conducen a un aumento de entre 3 y 3,5 °C. Pero seamos optimistas, aún estamos a tiempo.

Las amenazas aumentan

Además del cambio climático debido a las emisiones de gases de efecto invernadero, las amenazas son cada vez mayores: disminución acelerada de la biodiversidad; agotamiento de los recursos agotables; aumento de la contaminación del aire, la tierra y el mar; desigualdades crecientes en la distribución de la riqueza y repercusiones de la perturbación mundial… El control de la energía no bastará por sí solo.

Palabras y hechos

¿Están las opciones políticas nacionales a la altura del desafío? Los sucesivos gobiernos anuncian iniciativas que acaban aplazando. Por ejemplo, el objetivo del 50% de energía nuclear en el mix eléctrico se ha pospuesto indefinidamente, arruinando el desarrollo de las energías renovables durante muchos años. Desde la crisis financiera de 2008, el objetivo medioambiental ha dejado de ser la meta esencial que era a principios de este siglo. La revisión a la baja de los compromisos, el anuncio de medidas con un presupuesto notoriamente insuficiente, como para la renovación energética de los edificios existentes, y el debilitamiento de la financiación de la vivienda social son pruebas de ello y motivo de preocupación.

Un modo de desarrollo obsoleto

¿Por qué negarse a ver el futuro? ¿Estaremos atrapados para siempre en un modelo de desarrollo ciego? ¿Cómo favorecer el aumento de la producción de bienes sin que se agoten los recursos y se produzcan trastornos globales? ¿Cómo favorecer la prosperidad financiera sin ver aumentar la desigualdad y nuestra deuda con la naturaleza? ¿Cómo favorecer la competencia egoísta sin que se agote la solidaridad y se ahogue la generosidad? Este modo anticuado de desarrollo está paralizando la transición ecológica y social.

La buena noticia

Pero el mundo está cambiando y las semillas de la posibilidad crecen por todo el planeta. La agricultura que se preocupa por las personas y la naturaleza está emergiendo de los márgenes y se están desarrollando cortocircuitos. Una economía cooperativa, social y solidaria se desarrolla al margen de los sectores de mercado y de los que se autodenominan colaborativos. En la mente de la gente, el uso compartido está primando sobre la posesión, la mutualización sobre la privatización, la sobriedad sobre el despilfarro. Está naciendo un mundo nuevo.

La pesada carga de los constructores

Los profesionales de los sectores de la construcción y la ordenación del territorio no pueden eludir su responsabilidad. Sus ámbitos de actuación emiten al menos el 40% de los gases de efecto invernadero de los edificios, y mucho más con los desplazamientos inducidos por las opciones urbanísticas, como la fuerte preferencia por la construcción nueva frente a la rehabilitación. Elecciones que eliminan, cada 10 años, el equivalente de la superficie de un departamento en terreno agrícola. Se requiere un compromiso colectivo e individual.

Frugalidad energética

El sector de la construcción también está cambiando. A escala territorial, se están desarrollando proyectos de producción de energía renovable, local y participativa. A nivel de edificios, se están construyendo edificios sanos y agradables sin ventilación mecánica ni aire acondicionado, o incluso sin calefacción. Gracias a la ventilación natural, la refrigeración pasiva, la recuperación del calor libre y la inercia térmica, el diseño bioclimático permite reducir el consumo de energía a un mínimo estricto, garantizando al mismo tiempo un mayor confort. Sabemos cómo hacerlo y no cuesta más. ¿Por qué no generalizar estas prácticas?

Frugalidad en los materiales

Sabemos prescindir de materiales que derrochan recursos. La construcción en madera, limitada durante mucho tiempo a las casas individuales, se utiliza ahora para grandes instalaciones públicas y viviendas colectivas de más de 20 pisos. El aislamiento de base biológica, marginal hasta hace poco, representa ahora casi el 10% del mercado y crece un 10% cada año. La tierra bruta, materia de nuestro patrimonio, sale del purgatorio en que la había sumido el siglo XX. Todos estos avances consolidan el desarrollo de las industrias locales y los conocimientos técnicos a escala regional.

Frugalidad en el tecnicismo

La frugalidad en energía, materias primas, mantenimiento y conservación conduce a planteamientos de baja tecnología. Esto no significa ausencia de tecnología, sino el uso de técnicas pertinentes, adaptadas, no contaminantes y que no generen residuos, como equipos fáciles de reparar, reciclar y reutilizar. Tanto en la aplicación como en el diseño, la frugalidad requiere innovación, invención e inteligencia colectiva. La frugalidad rechaza la hegemonía de la visión técnica del edificio y mantiene implicados a los ocupantes. Lo inteligente no es el edificio, sino sus habitantes.

Frugalidad para el territorio

Tanto si se encuentra en un entorno urbano como rural, la construcción frugal se preocupa por su contexto. Reconoce culturas y lugares y se inspira en ellos. Utiliza la tierra y los recursos locales con cuidado; respeta el aire, el suelo, el agua, la biodiversidad, etc. Es generoso con su territorio y con las personas que viven en él. Es generosa con su territorio y atenta con sus habitantes. A través de su programa y sus opciones de construcción, favorece todo lo que reduce su huella ecológica, y todo lo que hace que sea justo y agradable vivir en él.

Para un edificio frugal

La transición ecológica y la lucha contra el cambio climático contribuyen a un uso prudente de los recursos agotables y a la preservación de la diversidad biológica y cultural para un planeta mejor en el que vivir. Mantener las soluciones arquitectónicas, urbanísticas y técnicas de ayer, así como las formas actuales de vivir, trabajar, comer y desplazarse, es incompatible con la tarea que corresponde a nuestras generaciones: contener y luego erradicar la perturbación global.

El edificio frugal y el territorio frugal -urbano y rural- son las respuestas que hemos elegido. Los compartimos en nuestra enseñanza, nuestras intervenciones y nuestras publicaciones. Los aplicamos en nuestros proyectos para contribuir a crear una sociedad feliz y ecorresponsable.

Referencias

Para ir más allá

El movimiento es multidisciplinar y sus miembros son arquitectos profesionales, ingenieros, urbanistas, empresas, artesanos, paisajistas, consultores, asistentes de gestión de proyectos (AGP), pero también agentes públicos, propietarios de proyectos, profesores, estudiantes y miembros de la sociedad civil. Participan en diferentes organizaciones, instituciones, asociaciones, colectivos y empresas, lo más cerca posible de la realidad sobre el terreno. Esto les permite tener un vínculo estrecho y privilegiado con muchas redes profesionales, futuros socios potenciales.